El colesterol es una sustancia grasa necesaria en las membranas de todas células animales, por lo que es imprescindible para el buen funcionamiento del organismo, y también está presente en el plasma sanguíneo. Pero cuando se produce en exceso puede acumularse peligrosamente en las paredes de las arterias, y contribuir al origen de enfermedades isquémicas, en que las arterias se taponan y el oxígeno no llega a ciertas zonas vitales como infarto, ictus, arteriopatía periférica, insuficiencia cardíaca, aneurisma disecante de aorta y otras.

Es importante para tu salud que conozcas tus niveles de colesterol, mediante una analítica que solicite tu médico, o bien mediante una determinación rápida que podemos realizar en la farmacia con una gota de sangre, sin necesidad de que vengas en ayunas. Las guías clínicas de prevención cardiovascular recomiendan que determines tu nivel de colesterol total y de triglicéridos en sangre antes de los 35 años si eres hombre, o de los 45 años si eres mujer. Si los niveles son correctos deberás medirlos de nuevo cada 5 años.

Se ha identificado que las personas con niveles de colesterol en sangre de 240 tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio que aquellas con cifras de 200. Pero más allá del nivel de colesterol, hay que identificar qué otros factores de riesgo de sufrir un evento cardiovascular isquémico padece cada persona. Si no tienes más de 65 años ni eres diabético, con la tabla SCORE puedes calcular tu riesgo de morir por causa cardiovascular en los próximos 10 años, a partir de tasas de incidencia calibradas para personas residentes en España. En las personas diabéticas se considera que tienen un riesgo cardiovascular como los que ya han sufrido un evento isquémico previo, y deben procurar controlar muy bien el resto de factores de riesgo.

Por cada 1 mmol/L (∼40 mg/dL) de colesterol-LDL que consigas descender, se reduce tu riesgo cardiovascular en:

  • 22% los infartos de miocardio o ictus

  • 20% la muerte coronaria,

  • 10% la mortalidad total a 5 años.

El colesterol se forma en el hígado a partir de alimentos grasos, y viaja por la sangre asociado a lipoproteínas de 2 tipos:

  • el colesterol-LDL (el malo) transporta colesterol para depositarlo en las células, 

  • el colesterol-HDL (el bueno) retira colesterol de las células y lo dirige de vuelta al hígado.

Si tus niveles de colesterol total son más altos de los recomendados, pero no exceden los 240 mg/dl, tu médico no te prescribirá medicamentos para reducirlo, sino que primero te recomendará cambios en tu estilo de vida y tu alimentación que pueden contribuir a mantener el colesterol en niveles saludables:

  • No fumes.

  • Haz más de 30 minutos 5 días a la semana de ejercicio físico aeróbico moderado (caminar, nadar, subir escaleras, bailar…), con una intensidad de 60-80% de la frecuencia cardiaca máxima.

  • Adopta la dieta mediterránea:

    • Consume diariamente 25-30 g/día de fibra.

    • Minimiza el consumo de grasas saturadas y colesterol, y aumentar el de grasas monoinsaturadas (frutos secos, aceite de oliva, aguacate …).

    • Consume pescado azul al menos 3 días/semana.

  • Puedes consumir alimentos ricos en fitosteroles, como margarinas o yogures bebibles. La toma de 3g/día de fitosteroles ha demostrado la capacidad de reducir tu colesterol total hasta un 10%.

Existen productos de fitoterapia que también han demostrado su eficacia en la reducción del colesterol, entre los que destaca la levadura del arroz rojo. Esta planta contiene una sustancia natural llamada monacolina K, cuya estructura química es exactamente igual a un fármaco llamado pravastatina:

  • con 10 mg/día la reducción puede llegar al 20%.

  • con 3 mg/día se consigue una reducción máxima del 10-15% en c-LDL.

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